El Imperialismo | Causas, consecuencias y Conferencia de Berlín


En este episodio de la serie dedicada a la Historia de 4º de ESO se resumen los aspectos básicos del Imperialismo, haciendo hincapié en sus causas y consecuencias, así como en el reparto de África. También se abordan las distintas formas utilizadas para colonizar los territorios africanos y asiáticos.

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[ESTRUCTURA] DEL VÍDEO:

  • 0:00. Introducción.
  • 0:21. Definición de Imperialismo.
  • 2:03. Las causas demográficas del Imperialismo.
  • 3:23. Las causas económicas del Imperialismo.
  • 4:26. Las causas tecnológicas del Imperialismo.
  • 5:19. Las causas políticas del Imperialismo.
  • 6:12. Las causas ideológicas del Imperialismo.
  • 7:42. Los distintos tipos de colonias.
  • 9:58. La rebelión de los Cipayos, la Guerra anglo-zulú y la Guerra de los Bóers.
  • 11:19. La expansión europea por África.
  • 13:37. La Conferencia de Berlín y el reparto de África.

[BIBLIOGRAFÍA]

  1. Historia Contemporánea; Javier Paredes – Ariel.
  2. La era de la revolución; Eric Hobsbawm – Crítica.
  3. Historia 4º de ESO – Santillana.
  4. Historia del Mundo Contemporáneo – Oxford.

[DIAPOSITIVAS] DEL VÍDEO:

[TEXTO] DEL VÍDEO:

1. El fenómeno imperialista.

El fenómeno colonizador -es decir, el asentamiento de población en un territorio para controlar su política, economía y cultura- no es exclusivo del siglo XIX, sino que se ha dado a lo largo de prácticamente toda la historia de la humanidad. Sin embargo, durante la segunda mitad de esa centuria, este proceso adquirió una nueva dimensión -un nuevo significado- que nos permite hablar de Imperialismo como un concepto distinto a colonialismo. Este vendría definido por una intensificación del control de los países occidentales sobre el resto del mundo.

Precisamente, la primera característica que hay que destacar del imperialismo es que afectó a un cuarto del territorio mundial. Y, de manera especial, a los continentes de África y Asia, donde hasta el momento la presencia de las potencias europeas había sido muy reducida. A esto se ha de añadir la existencia de dos países iniciadores del proceso, Gran Bretaña y Francia, a los que posteriormente se unieron otros, como fue el caso de Alemania, Rusia, los Países Bajos, Bélgica e Italia entre otros. También es preciso señalar la participación en el proceso de dos potencias no europeas, los Estados Unidos y Japón. Por último, la administración de las colonias presento diversas formas en función de los países a los que nos refiramos. De esta manera, se puede hablar de colonias de poblamiento, bases estratégicas, protectorados, mandatos, etc.

 2. Las causas del Imperialismo.

En los siguientes minutos vamos a abordar las causas del Imperialismo, que podemos clasificar en cinco grupos: demográficas, económicas, tecnológicas, políticas e ideológicas.

La primera de las causas del Imperialismo tiene que ver con la población, y hemos de relacionarla con el gran crecimiento demográfico que experimento Europa a lo largo del siglo XIX. Para ilustrarlo pondré un ejemplo: en 1815 había 190 millones de europeos, pasando a 300 millones en 1870. Esto fue consecuencia de una serie de fenómenos que conocemos de sobra: la revolución agraria con la consiguiente mejora de la alimentación, los avances en el campo de la medicina y de la higiene… En definitiva, la transición demográfica, que se caracteriza por una natalidad alta y una mortalidad que progresivamente va descendiendo. En consecuencia, se produce un alto crecimiento vegetativo y todo esto genera un excedente de población que es necesario colocar fuera del continente europeo. Por tanto, como consecuencia de la presión demográfica existente, y con el fin de buscas unas mejores condiciones de vida, 40 millones de europeos abandonaron sus países entre mediados del siglo XIX y principios del XX.

También hemos de establecer una relación entre el desarrollo económico que experimentaron las potencias europeas con el control de buena parte del planeta. Esto fue así por tres motivos:

  1. En primer lugar, por la necesidad de abrir nuevos mercados; es decir, buscar consumidores a los productos nacionales. Si recordamos, la causa principal de la Larga Depresión que se inició en 1870 fue la crisis de stock o, dicho de otro modo, la oferta superó con mucho a la demanda. Por ese motivo, las potencias europeas buscaron colonias donde situar esos productos que el mercado nacional no era capaz de absorber.
  2. El segundo motivo está relacionado con las industrias y su necesidad de materias primas que, al no encontrarse en Europa, se buscaban en otros continentes.
  3. El último motivo tiene que ver con la acumulación de capital por parte de las corporaciones, grandes empresas, entidades bancarias y magnates europeos, así como con la inversión de ese excedente en las colonias.

Dentro del ámbito tecnológico hemos de destacar, en primer lugar, el desarrollo de los transportes. Inventos como el ferrocarril o el barco al vapor permitieron trasladar de forma rápida y en grandes cantidades a personas y mercancías desde Europa a las colonias. Y esto, como es lógico, incluía también el transporte de unidades militares en el caso de que fuera necesario utilizar la fuerza contra los nativos. Precisamente, el segundo aspecto a destacar tiene que ver con el ámbito militar, pues las potencias imperialistas eran, en esa materia, tecnológicamente muy superiores a las de otros continentes. Y, por último, estaría el avance en comunicaciones, con inventos como el telégrafo. Estos permitieron la transmisión inmediata de información desde la potencia a la colonia y viceversa, lo cual facilitaba administrarla de una manera rápida.

Desde el punto de vista político, la expansión colonial de finales del XIX también se debió a motivos estratégicos y, más en concreto, a la defensa de territorios previamente conquistados y el control de las rutas comerciales. Por ejemplo, tanto británicos como franceses aspiraron a que sus posesiones en África estuvieran territorialmente comunicadas. Los primeros lo intentaron entre Egipto y Ciudad del Cabo; es decir, de norte a sur. Mientras que los franceses buscaban conectar la parte occidental del continente con la oriental. A los elementos estratégicos hemos de añadir que algunas potencias utilizaron la expansión colonial como un modo de obtener prestigio, tanto a nivel nacional como internacional. Ese fue el caso de los gobiernos de España y Francia, que trataron de contrarrestar sus fracasos en otros escenarios con la expansión por el norte de África.

En este ámbito, se ha de destacar la relación entre el nacionalismo y la expansión colonial imperialista. Pues el sentido de orgullo patriótico llevó a querer expandir más, más y más las fronteras del propio Estado. Esa fiebre expansionista se vistió de afán civilizador cuando las sociedades occidentales se convencieron de que tenían la misión de llevar su cultura, sus avances tecnológicos y sus prácticas médicas a los países menos desarrollados. La supuesta superioridad del hombre blanco, unida a la misión civilizadora que acabamos de comenzar, sirvió como argumento para justificar todas las conquistas. Además, todo esto contó con el apoyo de la mayor parte de los literatos, políticos, tratadistas y periodistas de la época.

Otra de las causas ideológicas fue el racismo, siempre justificado con argumentos supuestamente biológicos y científicos. De esta manera, en 1853 se publicó el “Ensayo sobre la desigualdad de las razas humanas”, donde se ensalzaba al pueblo alemán. Además, después de la publicación de “El origen de las especies” de Charles Darwin, surgieron el neodarwinismo y el darwinismo social, que justificaban esa desigualdad entre los seres humanos. Estas ideologías utilizaron de manera tendenciosa la teoría de la selección natural, justificando así el racismo y la expansión imperialista.

3. El control de las colonias.

Las relaciones iniciales entre los europeos y sus futuras colonias fueron de carácter económico. A lo largo del siglo XIX, las potencias occidentales -y, de manera especial, Gran Bretaña y Francia- ejercieron el control sobre la economía de otros territorios a través de préstamos, acuerdos comerciales y construcción de infraestructuras. El paso siguiente fue el control territorial y político: su conversión en colonias. Los europeos establecieron su dominio sobre otras regiones a través de las siguientes fórmulas:

  • Conquista y administración directa del territorio por la potencia occidental que dominaba una colonia, comúnmente conocida como metrópoli.
  • El protectorado se caracterizó por respetar las estructuras de gobierno local. Si bien la metrópoli participaba de manera activa en las decisiones importantes a través de un representante, ya fuera diplomático o militar.
  • La modalidad de bases económicas se basaba en el control de la economía de unos países supuestamente independientes desde el punto de vista político.
  • Las bases de carácter estratégico eran pequeños enclaves que permitían controlar las rutas comerciales y, en caso de conflicto bélico, el traslado de tropas y armas.
  • Las colonias de poblamiento eran aquellos territorios dominados por los europeos que recibieron una gran cantidad de migrantes. El traslado de europeos a esos lugares podía ser espontáneo; es decir, que la gente decidiera por algún motivo irse a esos territorios. Sin embargo, en muchos casos eran las potencias occidentales las que fomentaban el traslado de población a un determinado territorio con el fin de controlarlo mejor y para contrarrestar el poder indígena.
  • Existió un sexto modelo colonial, los llamados mandatos de la Sociedad de Naciones. No obstante, al ser un fenómeno que se dio después de la Primera Guerra Mundial, y que está asociado fundamentalmente a la desmembración del Imperio Otomano, lo dejaremos para futuras explicaciones.

Ahora bien, el dominio del territorio colonial no siempre resultó una tarea sencilla para las potencias occidentales. En unas ocasiones eran los propios pueblos indígenas los que plantaban cara al invasor. Mientras que en otras, una vez dominados, se rebelaban contra ellos. De estos fenómenos de resistencia, vamos a destacar los siguientes:

  • Los cipayos, soldados autóctonos de La India que estaban al servicio de Gran Bretaña, se levantaron contra la metrópoli en el año 1857.
  • La Guerra Anglo-zulú que, en 1879, enfrentó a los británicos con un importante pueblo del sur de África: los zulúes.
  • La Guerra de los Bóers, que se desarrolló en algunas provincias de la actual Sudáfrica entre 1899 y 1902, también la protagonizaron los británicos. Sin embargo, no se desarrolló contra la población indígena, sino contra colonos de los Países Bajos que habían llegado varias décadas antes.

Con mayor o menor dificultad, y recurriendo a veces a la diplomacia, los británicos lograron vencer en los tres conflictos bélicos de los que hemos hablado.

4. El reparto de África.

Exceptuando los territorios mediterráneos y algunos enclaves portugueses en el sur del continente, a comienzos del siglo XIX África un territorio prácticamente desconocido para los europeos. Los primeros que se adentraron en ella fueron los miembros de las expediciones protagonizadas por David Livingstone, Henry Stanley y Pierre Savorgnan de Brazza entre otros. De esta manera, la expansión colonial europea se intensificó dando lugar a la ocupación del interior del continente, siendo las vías de penetración los grandes ríos: los británicos utilizaron el Níger, los franceses el Senegal y los belgas el río Congo. La expansión por el continente africano reavivó las rivalidades entre las potencias imperialistas, sobre todo entre Gran Bretaña y Francia. De entre ellas hay que destacar dos:

  • En primer lugar, la lucha por el control del canal de Suez, que conecta el mar Mediterráneo con el mar rojo y, por tanto, con el Océano Índico. Este, al situarse Egipto en la órbita de Francia, quedó bajo la influencia de ese país. Sin embargo, aprovechando la guerra franco-prusiana y la caída de Napoleón III, los británicos se hicieron con el control de Egipto y, por tanto, del canal de Suez.
  • El segundo conflicto tiene que ver con las aspiraciones francesas y británicas por crear ejes territoriales continuos en África. El Imperio Británico pretendía unir todos sus territorios de norte a sur; es decir, de El Cairo a Ciudad del Cabo. Por su parte, los franceses pretendían hacer lo propio de oriente a occidente. Y, bueno, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que realizar los dos proyectos a la vez es imposible, pues son incompatibles. Por tanto, en algún momento británicos y franceses se iban a encontrar en algún lugar de África, y eso sucedió en el año 1898 en Fashoda. En ese lugar, la expedición británica de Lord Kitchener se encontró con la francesa de Baptiste Marchand, provocando un conflicto diplomático que a punto estuvo de llegar a las manos. Finalmente, a pesar de la oposición de Marchand y de buena parte de la opinión pública francesa, Fashoda quedó bajo el control británico.

De esta manera, con el objetivo de poner fin a las tensiones internacionales que estaba provocando la conquista de África, el gobierno alemán se erigió como potencia neutral y convocó una conferencia internacional en Berlín. Esta tuvo lugar entre el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885, y contó con la presencia de doce países de la Europa, más el Imperio Otomano y los Estados Unidos. Entre sus conclusiones destacan la libertad de comercio determinadas zonas, la neutralidad de algunos territorios, la trata de esclavos y la regulación de la navegación fluvial. Se acordó también que el único criterio para considerar un territorio posesión de una potencia era la ocupación efectiva. Como era de esperar, esto desató una carrera por la conquista de los territorios africanos que para nada favorecía a la normalización de la situación. De hecho, podemos considerar que el canciller Bismarck no consiguió el objetivo de terminar con las rivalidades y desconfianza en la esfera internacional. A pesar de la Conferencia de Berlín, Europa caminaba con paso firme hacia la Guerra Mundial.

El reparto de África


Si bien se dieron episodios anteriores de gran expansión europea, como fue el caso de la Monarquía Hispánica, la Corona de Portugal o el propio Imperio Británico en América del Norte, a partir de mediados del XIX los estados occidentales se lanzaron a la conquista del globo. Las cancillerías europeas se convirtieron en el escenario donde los territorios de otros continentes -el caso más significativo fue el de África- quedaban repartidos entre las potencias imperialistas. A su vez, la rivalidad por ocupar mayor espacio, por obtener mayores riquezas y, especialmente, por tener mayor prestigio internacional, condujo a una escalada del nacionalismo que, a principios del siglo XX llevaría al estallido de la Primera Guerra Mundial. En este vídeo se desarrolla el reparto de África y la Conferencia de Berlín (1884-1885). En las restantes clases se introduce la cuestiónse abordan las causas, se habla de los tipos de expansión colonial y de las consecuencias de esto en la política interna de Europa.

 

¿Cómo fue el proceso de reparto de África?


[CONFERENCIA] DE BERLÍN (1884-1885)

La lucha por el dominio de África –el “reparto de África”, como se lo denomina habitualmente- dio origen a la Conferencia de Berlín, convocada por el canciller alemán Bismarck y celebrada el 15 de noviembre de 1884 y el 26 de febrero de 1885.

Su objetivo era establecer “un espíritu de entendimiento mutuo” y un marco de actuación adecuado, tanto para los países interesados en la actuación africana como para el desarrollo moral y material de las comunidades autóctonas. Un objetivo también fundamental de aquella reunión fue fijar una serie de normas que racionalizaran –al menos en teoría- las nuevas actuaciones que habían de completar la ocupación del continente.

A ella asistieron las potencias europeas, y también el Imperio Otomano y los Estados Unidos. Los acuerdos adoptados para regular la presencia occidental en el continente africano, evidentemente dejaban fuera de esa regulación lo ya realizado, limitándose a establecer unas mínimas reglas del juego.

En sus conclusiones se contemplaban aspectos como la libertad de comercio en muy determinadas zonas, la neutralidad de ciertos territorios, la trata de esclavos o la regulación de navegación fluvial. Con todo, los resultados de la Conferencia no se pueden calificar precisamente de positivos.

Uno de sus principios –el de la ocupación efectiva como base del derecho colonial- impulsó a las potencias a una loca carrera, que aceleró el reparto de África de forma incontrolada y arbitraria. Además, en los acuerdos primaban por encima de cualquier otra consideración los intereses occidentales, que no contemplaban en ningún momento a los pueblos y culturas africanas.

No obstante, como consecuencia del ambiente creado por la Conferencia, se establecieron una serie de tratados mediante los cuales se superaba las diferencias surgidas entre las potencias.

Ni la Conferencia de Berlín, ni otros acuerdos internacionales posteriores evitaron que el ambiente se fuera enrareciendo, hasta llegar a convertirse en uno de los factores determinantes del estallido de la I Guerra Mundial.

[VÍDEO] SOBRE LA TEMÁTICA

[INFORMACIÓN] PARA AMPLIAR

Exceptuando los territorios mediterráneos y algunos enclaves portugueses en el sur del continente, a comienzos del siglo XIX África un territorio prácticamente desconocido para los europeos. Los primeros que se adentraron en ella fueron los miembros de las expediciones protagonizadas por David Livingstone, Henry Stanley y Pierre Savorgnan de Brazza entre otros. De esta manera, la expansión colonial europea se intensificó dando lugar a la ocupación del interior del continente, siendo las vías de penetración los grandes ríos: los británicos utilizaron el Níger, los franceses el Senegal y los belgas el río Congo. La expansión por el continente africano reavivó las rivalidades entre las potencias imperialistas, sobre todo entre Gran Bretaña y Francia. De entre ellas hay que destacar dos:

  • En primer lugar, la lucha por el control del canal de Suez, que conecta el mar Mediterráneo con el mar rojo y, por tanto, con el Océano Índico. Este, al situarse Egipto en la órbita de Francia, quedó bajo la influencia de ese país. Sin embargo, aprovechando la guerra franco-prusiana y la caída de Napoleón III, los británicos se hicieron con el control de Egipto y, por tanto, del canal de Suez.
  • El segundo conflicto tiene que ver con las aspiraciones francesas y británicas por crear ejes territoriales continuos en África. El Imperio Británico pretendía unir todos sus territorios de norte a sur; es decir, de El Cairo a Ciudad del Cabo. Por su parte, los franceses pretendían hacer lo propio de oriente a occidente. Y, bueno, no hace falta ser muy listo para darse cuenta de que realizar los dos proyectos a la vez es imposible, pues son incompatibles. Por tanto, en algún momento británicos y franceses se iban a encontrar en algún lugar de África, y eso sucedió en el año 1898 en Fashoda. En ese lugar, la expedición británica de Lord Kitchener se encontró con la francesa de Baptiste Marchand, provocando un conflicto diplomático que a punto estuvo de llegar a las manos. Finalmente, a pesar de la oposición de Marchand y de buena parte de la opinión pública francesa, Fashoda quedó bajo el control británico.

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