En torno al imperialismo

Artículo publicado por Historia en Presente el 24 de diciembre de 2008.


Con el inicio de las fiestas navideñas –mis mejores deseos para todos- me voy a permitir el lujo de establecer una analogía entre las jugueterías y la Historia Política. Mis disculpas a todos, porque esto no deja de ser más que una extravagancia literaria. No obstante, puedo asegurar que no es consecuencia del excesivo consumo de cava.

El imperialismo sería en la gran juguetería de la Historia uno de los productos estrella. Deseado y comprado en numerosas ocasiones por los “niños” de los más diversos orígenes: historiadores, políticos, periodistas, demagogos, solidarios, antisistema… El término “imperialismo”, ya sea en su sentido positivo o con tintes peyorativos, es de uso frecuente entre todos ellos (entre todos nosotros, porque yo también me incluyo).

Sin embargo ¿sabemos realmente lo que significa? ¿Somos niños caprichosos que utilizan sus juguetes únicamente el días después de Navidad o de Reyes? ¿Somos de esos que se divierten con el regalo un día y luego lo mandan al baúl de lo que “ya no nos gusta”? Cada uno de nosotros ha de plantearse qué entiende por imperialismo, que concepción tiene de este fenómeno. Porque, si lo tenemos claro, seremos como esos niños que, después de leer el manual de instrucciones, son capaces de disfrutar de su nuevo juguete durante años.

Todos aquellos que hayan sido capaces de aguantar mi infantilidad de los dos primeros párrafos descubrirán a partir de ahora a qué me he venido refiriendo. Los que se hayan quedado en el camino están justificados: en estas fechas hay cosas más importantes que hacer que leer semejantes tonterías. Sea como fuere, mi escritura se torna seria de aquí en adelante.

Sin embargo, no hemos de olvidar el punto de partida: el uso de la palabra “imperialismo” sin apenas conocer su significado.

Este será el primero de los artículos que dedique a la cuestión. Mi objetivo: debatir sobre este fenómeno tan importante en el desarrollo de nuestra Historia. Un compañero de viaje que, desde el siglo XIX, nos ha llevado a los europeos, entre otras cosas, a conquistar el mundo y a dos guerras fratricidas, y que actualmente sigue tejiendo, con sutileza, sus hilos en nuestro mundo globalizado…

El contenido de lo que sigue no es más que la consecuencia de numerosas lecturas, pero de una en particular: Los orígenes del totalitarismo de Hannah Arendt.

Corrientes de análisis sobre el fenómeno imperialista

En futuros artículos intentaré profundizar más en esta cuestión. De momento, permítanme citar, tan sólo, los cuatro aspectos en los que se agrupan las corrientes de análisis sobre el imperialismo:

  • El primero sitúa el énfasis en los aspectos económicos del imperialismo y comprende tanto la posición liberal como la marxista.
  • El segundo conecta el imperialismo con un complejo ideológico que vincula lo que supone que son actitudes básicas del ser humano, es decir, el afán de dominio y la lucha por la supervivencia sustentados por teorías sobre biología, superioridad racial, valores éticos y normas estéticas.
  • El tercero se asienta en consideraciones militares y estratégicas ligadas al conjunto de teorías y prácticas comprendidas bajo la noción de “geopolítica”.
  • El cuarto es puramente ideológico y cultural, y posee connotaciones de tipo mesiánico fundadas en creencias como el providencialismo político, la superioridad de una determinada civilización, la conversión religiosa…[7]

Algunas aproximaciones al concepto de “imperialismo”

El término “imperialismo” se presta a usos ambiguos y equívocos, en tanto que «se emplea a veces como calificativo de actitudes y actuaciones reales que muestran el espíritu de dominio que una determinada comunidad política ejerce sobre otra a la que a menudo ni siquiera reconoce como tal» [7].

Así, Edgard Said en Cultura e imperialismo lo definía como “la práctica, la teoría y las actitudes de un centro metropolitano dominante que rige un territorio distante”. Por su parte, Michael Doyle en Empires afirmaba que “el imperialismo es, sencillamente, el proceso o política de establecer o mantener un imperio”.

«El hecho de trascender la frontera nacionales originarias y el de imponerse a poblaciones que no aceptan voluntariamente tal soberanía son típicos de cualquier política imperialista. Una consecuencia de todo ello es la necesidad del uso de la fuerza por parte de la potencia imperialista, lo que da lugar a comprensibles resistencias y condenas morales. Sin embargo, el dominio no sólo se asegura con medios militares, políticos económicos y sociales, sino también con procedimientos ideológicos y culturales» [7]. A este y otros aspectos dedicaremos los próximos artículos.

Bibliografía.

[1] Historia Universal Contemporánea; Javier Paredes (Coord.) – Barcelona – Ariel – 2004.

[2] La guerra del mundo: los conflictos del siglo XX y el declive de occidente (1904-1953); Niall Ferguson – Barcelona – Debate – 2007.

[3] Postguerra. Una historia de Europa desde 1945; Tony Jutd– Madrid – Taurus – 2006.

[4] Historia del mundo actual; VVAA – Valladolid – Universidad – 2000.

[5] Los orígenes del totalitarismo; Hannah Arendt – Madrid – Alianza -2006.

[6] Historia de las relaciones internacionales; Charler Zorgbibe – Madrid – Alianza Universidad – 1994.

[7] Teoría breve de las relaciones internacionales, Paloma García Picazo – Madrid – Tecnos – 2004.