Profetas de paz, profetas de guerra

Esa fue, en esencia, la postura del laborismo de Rabin y Peres, la que primó en las conferencias de Madrid de 1991 y la Casa Blanca en 1993 (donde, a partir de los principios de Oslo, se creó la Autoridad Palestina). ese fue, sobre todo, el espíritu que Ehud Barak llevó a Camp David y la propuesta que los representantes de ambos bandos estaban a punto de consolidar en las negociaciones de Taba, Egipto, en el año 2001. (En ellas se había pactado la devolución del 96 por ciento de los territorios ocupados.) ¿Por qué fracasaron? En lo sustancial, por obra y gracia de Yasir Arafat. Fue Arafat quien inexplicablemente frustró esa solución política que habría llevado al establecimiento inmediato del Estado palestino. Fue él quien -en otro giro cruel de la dialéctica histórica- provocaría la caída estrepitosa del laborismo y prepararía el ascenso de su enemigo histórico, el torvo general Sharon. Esa decisión de Arafat evitó que lo rebasara su ala radical pero implicó necesariamente la apuesta definitiva por el terrorismo martirológico de su propio pueblo. Ésa es la otra parte de la verdad.

Varios Autores, En defensa de Israel, p. 119 y 120.