Se invierten los valores, se establece una nueva mitología. El pequeño Estado simpático, “con inclinaciones socialistas”, que disfruta del apoyo de la opinión pública progresista del planeta, se convierte en un poderoso “aliado del imperialismo” que aplasta “a los pueblos del Tercer Mundo que luchan por su liberación”. Aparece la dimensión económica: es un joven país desarrollado apoyado por los ricos, el que ha vencido a los representantes de una gran área subdesarrollada. La ruptura de las relaciones diplomáticas con la URSS y la condena de la ONU, colocarán a partir de entonces a Israel en la posición de vanguardia occidental en la guerra fría. El mito de un Estado guerrero y anclado a la derecha se ve favorecido por el papel creciente del Zahal.
Alain Duret, Oriente Medio. Crisis y desafíos, p. 47.