La prerrevolución aristocrática en la Francia del XVIII


En el imaginario popular la Revolución Francesa de 1789 fue un acontecimiento protagonizado por el pueblo, especialmente por los habitantes de París, en contra del absolutismo monárquico y los privilegios de la nobleza. Sin embargo, pocas veces esa imagen de protesta popular va acompañada de un precedente imprescindible para entenderla: el descontento de la aristocracia.

Efectivamente, la Revolución Francesa la iniciaron los mismos privilegiados mediante un proceso que conocemos como la prerrevolución aristocrática.

Su labor fue llevada a cabo a través de escritos y proclamas anteriores a 1789, y fue completada en los primeros acontecimientos de la primavera de ese año.

Los nobles frondistas

Desde finales del siglo XVII el descontento de la nobleza francesa con respecto al absolutismo impuesto por los Borbones empezó a hacerse patente. Sin embargo, sólo a la muerte de Luis XIV comenzaron a circular los rumores de una posible revuelta armada para hacer retornar el antiguo pacto de soberanía en el que el monarca era simplemente primus inter pares (principal entre iguales).

Las protestas de la nobleza frondista contra la centralización política inaugurado en el siglo anterior por el Rey Sol marcó el inició de un proceso que, en pocas semanas, se les fue de las manos a sus protagonistas primigenios.

La burguesía y el pueblo parisino tomaron pronto el control de los acontecimientos, que acabaron derivando en un resultado que no era el esperado en sus inicios.

Los planteamientos de Claude Joly

Sin embargo, antes de que se iniciaran los sucesos de 1789, una serie de autores de origen aristocrático y de talante conservador sembraron el campo ideológico para la posterior revolución aristocrática.

Uno de ellos fue Claude Joly, jurista de profesión. Este autor defendía que el poder del monarca estaba limitado a la tarea de mantener la justicia y que, por tanto, no era absolutos.

Además, Joly sostenía que la autoridad del rey derivaba del pueblo. Era este el que se la concedía para que, en base a las leyes, el monarca ejerciera el gobierno. En definitiva, el soberano estaba sometido al derecho y debía mantenerlo porque esa es precisamente la tarea para la que se le ha encomendado el poder.

Las cartas de Pierre Jurieu

Pierre Jurieu desarrolló su crítica al absolutismo monárquico por medio de epístolas enviadas a los protestantes franceses entre 1686 y 1689. En ellas defendía que la libertad e independencia de los seres humanos era algo innato que no podía ser violentado por ningún gobernante.

No obstante, siguiendo las líneas del pensamiento calvinista francés del XVI, sostenía que, como consecuencia del pecado, se hacía imprescindible la existencia de un poder político que gobernase sobre la comunidad.

Por tanto, el pueblo otorgaba la soberanía al rey como consecuencia de la inseguridad generada por la tendencia humana a pecar.

Sin embargo, y ahí es donde precisamente el pensamiento de Pierre Jurieu se revuelve contra el absolutismo borbónico, al no poseer la comunidad autoridad sobre la conciencia de las personas, no podía cedérsela al rey. Este debía de respetar, por consiguiente, ese espacio de libertad individual.

La obra de Salignac de la Mothe

En Felenon, François de Salignac de la Mothe abordó la misma cuestión que Pierre Jurieu -la libertad de conciencia-, pero desde la perspectiva del catolicismo. Además, al igual que Claude Joly, este autor se mostró partidario de la supremacía del derecho sobre la voluntad del monarca.

Por último, Salignac de la Mothe defendía la existencia de instituciones representativas que cooperasen con el monarca. Esta colaboración, cuya principal manifestación sería la labor de consejo, debía llevarse a cabo mediante las asambleas representativas del reino.