Experiencia Blog: la construcción del ensayo histórico


Esta semana mis alumnos se han vuelto a enfrentar a un examen con ensayo histórico. Cuestión sobre la que ya he reflexionado en entradas anteriores de esta bitácora:

La gran novedad en este caso es que, con el fin de solventar errores detectados en ensayos anteriores, he decidido valorar su proceso de elaboración a través de los blogs de mis alumnos. A continuación enumeraré las cuestiones que pretendía corregir, al tiempo que trataré de explicar cómo he evaluado esa parte del examen.

El problema de la información

El principal problema que he encontrado hasta la fecha tiene que ver con el uso de las fuentes. En el primer ensayo del curso descubrí que mis alumnos se contentaban con sacar la información de un único lugar en vez de realizar una búsqueda algo más ambiciosa por la red.

La principal consecuencia de eso era que sus textos, si bien presentaban notables diferencias con la página original, tenían una estructura muy similar a esta. Las palabras no coincidían con las de las fuentes, pero la información y la disposición del texto sí.

Como el objetivo no era únicamente realizar un ejercicio de búsqueda de sinónimos, sino aprender a buscar en la red, mezclar distintas fuentes y construir un texto lo más original posible, entendí que debía cambiar algo de cara al segundo ensayo del curso.

Las bitácoras de la asignatura como solución

Hace tres semanas, al comenzar la elaboración de los ensayos, indiqué a mis alumnos que deseaba ver en sus blogs la evolución de su trabajo en, al menos, cinco entradas. Así, de una forma o de otra, la construcción de sus textos quedaría reflejada allí.

En concreto, pedía un primer post en el que expusieran los motivos que les llevaron a elegir esa temática. La segunda entrada debía referirse a las fuentes utilizadas, haciendo hincapié en algún aspecto destacable de cada una de ellas. A estas debían seguir una serie de publicaciones en las que, de algún modo, quedase reflejada la evolución del texto.

Por último, los alumnos dedicarían un post a la versión definitiva de su ensayo, la que, según nuestro sistema de trabajo, debían escribir en el examen.

La evaluación del proceso de trabajo

Todo lo anterior carecería de sentido si no tuviera unas consecuencias palpables en la nota del examen. Por ese motivo, dentro de los cuatro puntos sobre los que valoro el ensayo, uno y medio están dedicados a ese proceso de elaboración del texto que ha quedado reflejado en los blogs.

En concreto, al terminar el examen, visité las bitácoras de cada uno de mis alumnos con el fin de valorar cómo habían ido construyendo sus ensayos a lo largo de las tres semanas anteriores.

Una vez terminada esa evaluación, valoré el grado de coincidencia entre las versiones definitivas publicadas en los blogs y lo escrito en los exámenes. Esta parte, como bien informé a los estudiantes días antes, contaba un punto de los cuatro dedicados al ensayo.

La restante puntuación –punto y medio- se llevó a cabo partiendo de la rúbrica dedicada a la calidad de la información, que publiqué a principio de curso y que puede ser consultada en uno de los enlaces que hay más arriba.

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