Inglaterra, Alemania y Francia


Llega el momento en el que Robert Schuman analiza la situación de los que, hoy por hoy, son los tres gigantes de la Unión Europea. En aquellos momentos los británicos aún se mantenían al margen de las Comunidades Europeas; sin embargo, Francia y Alemania ya pertenecían al club de la CECA, la CEE y la Euratom. Acierta al cien por cien con la única frase que dedica en esta recopilación a Inglaterra: sólo ingresaron en las CCEE cuando los acontecimientos les empujaron a hacerlo. También es verdad que estaba en el 10 de Downing Street un primer ministro europeista, y que el veto francés había desaparecido con el relevo de Charles De Gaulle por Georges Pompidou. Al hablar de los otros dos países, Schuman insiste en que sin ellos no podrá construirse Europa. Es más, afirma que Alemania ha de orientar su enorme potencial a la construcción europea; ser motor de este proyecto evitará que retorne su carácter imperialista y belicista.

Inglaterra no aceptará integrarse en Europa, si no la obligan a ello los acontecimientos.

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Alemania nunca ha sido más peligrosa que cuando se aislaba, confiando en sus propias fuerzas y en sus cualidades que son muchas, embriagándose en cierto modo con su superioridad, sobre todo frente a las debilidades de los otros. Por otra parte, Alemania tiene más sentido de la comunidad que cualquiera; en el seno de la Europa unida, podrá desempeñar su papel con plenitud.

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Cuando después de la guerra pusimos los primeros jalones de la política europea, todos los que participaban en ello estaban convencidos de que el entendimiento, la cooperación entre Alemania y Francia era, para Europa, el problema principal, que sin Alemania, igual que sin Francia, sería imposible edificar Europa.

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