El “self” en George H. Mead


A la hora de explicar el pensamiento sociológico de George Herbert Mead, es necesario tener en cuenta la prioridad que otorga al mundo social. Por tanto, se muestra contrario a los planteamientos de la psicología tradicional, que partía del individuo para explicar la experiencia social, pues considera que la sociedad es anterior al individuo.

El concepto de “self”

Mead define el “self” como la capacidad del ser humano para objetivizarse, para considerarse a sí mismo como objeto además de como sujeto. Su desarrollo se lleva a cabo mediante un proceso social muy concreto: la comunicación con otros seres humanos; de ahí que los animales no puedan generar el “self”. Por el contrario, las personas, nacidas sin “self”, lo desarrollan como consecuencia de la actividad social. Este, una vez aparece, ya no se pierde por mucho que ese ser humano pierda el contacto con los demás.

Nos encontramos, pues, ante un proceso mental, de ahí que “self” y mente humana sean inseparables. Su mecanismo es la reflexión, la capacidad de ponerse en el lugar de otros y actuar como lo harían ellos. Es decir, salir fuera de uno mismo y autoevaluarse.

Las etapas de desarrollo del “self”

Dos son los procesos infantiles en los que los seres humanos desarrollan el “self”: el juego y el deporte. Mediante el primero de ellos, el niño adopta la actitud de otro cuando juega a serlo. Sin embargo, al no objetivizarse a sí mismo, la génesis del “self” es limitada.

En el deporte de equipo, además de ponerse en el lugar de todos los que están implicados en la acción, el niño tiene una relación definida con los otros. Estos esperan algo de él, y él de ellos, generándose así la identidad de grupo. En ese contexto adquiere la noción de organización y se desarrolla aún más su personalidad.

Es precisamente en esta segunda etapa cuando el ser humano se integra dentro de un “otro generalizado”. Es decir, pasa a ser miembro de un grupo, que marca notablemente sus costumbres y actitudes. Dentro de él, la persona espera una serie de cosas de los demás, al tiempo que conoce lo que se espera de él en cada situación.

Las fases del self

El «yo» y el «mí» son los nombres que George H. Mead da a las fases del “self”. El primero de ellos constituye la parte creativa e imprevisible de este, de tal manera que resulta imposible saber con antelación cuál será su reacción. De ahí que el autor sostenga que es el “yo” quien hace posible el cambio social.

Además de por su papel crucial en las transformaciones de la sociedad, Mead valora positivamente el “yo” por otras tres razones. En primer lugar, considera que en él se encuentran nuestros valores más importantes. En segundo término, establece esta fase del “self” como aquella en la que nuestra personalidad se desarrolla de manera más clara y definida. Por último, defiende que, así como las sociedades primitivas estaban dominadas por el “mi”, las modernas lo están por el “yo”.

Por su parte, el “mi” implica acomodación social: adopción del “otro generalizado”, con las actitudes y costumbres que eso conlleva. Esa responsabilidad para con el grupo lo convierte en algo previsible, hasta el punto de que se puede afirmar que la persona se encuentra dominada por la sociedad.

En definitiva, el “mi” es sinónimo de estabilidad social, mientras que el “yo”, huyendo de las posiciones acomodaticias y prestrablecidas, tiende a buscar cambios en el seno de la sociedad.

El concepto de sociedad

Para George Herbert Mead, la sociedad es anterior a la mente humana y al propio “self” que esta genera. Sin embargo, más que hacer hincapié en ella y en los procesos sociales, centra su sociología en el estudio de sus instituciones.

El sociólogo norteamericano entiende que una institución no es más que una respuesta de la sociedad a sus propios hábitos. En definitiva, tratan de educar el “mi” de acuerdo con los usos sociales. En este sentido se puede afirmar que, unas instituciones no respetuosas con el individuo y su creatividad, resultan opresivas.