Una crónica de las elecciones serbias

Artículo publicado por Historia en Presente el 19 de mayo de 2008.


Con el fin de complementar la información aportada en “Serbia después de Milosevic (2000-2008)” -artículo recientemente publicado en este blog-, me dispongo a escribir sobre los últimos sucesos políticos: las elecciones del pasado 11 de mayo. Sin embargo, vistos los resultados, querría también centrarme en la figura de uno de los grandes derrotados, el líder del PDS Vojislav Kostunica.

Serbia ante la segunda transición

El análisis de los resultados electorales serbios a lo largo de la última década nos permite hablar, en cierto modo, de dos transiciones. El primer cambio político se produjo en Serbia el 6 de octubre de 2000, día en que una revolución popular ponía fin al régimen de Solobodan Milosevic. El segundo ha tenido lugar el pasado 11 de mayo, fecha de las elecciones legislativas. Por primera vez los demócratas del PD (Partido Demócrata) han logrado imponerse a los nacionalistas del PRS (Partido Radical Serbio).

El triunfo del actual presidente, Boris Tadic, permite al país mirar hacia delante; y, más en concreto, a Europa. La victoria de su adversario, Tomislav Nikolic, hubiera supuesto lo contrario: rechazar la mano tendida por la Unión Europea en el reciente Acuerdo de Asociación y Estabilización (AAE), y volver, una vez más, a la deriva nacionalista que tanto mal ha traído a Serbia y a sus vecinos.

Los demócratas -Partido Demócrata (PD), Grupo 17 (G17), Partido Democrático de Sandzak (PDS), Liga Socialdemócrata de Voivodina (LSV), Movimiento Serbio de Renovación (MSR)- han alcanzado en los comicios la cifra de 102 escaños sobre un parlamento de 250 diputados [6]. Por su parte, los radicales se sitúan como segunda fuerza política con 77 representantes. En definitiva, una vez más, los de Tadic están obligados a pactar si quieren afianzarse en el gobierno. La alianza con el Partido Demócrata Serbio (PDS) del antiguo primer ministro Vojislav Kostunica parece poco probable. Este, a pesar de sus decepcionantes resultados, mantiene 30 de los 47 escaños obtenidos en las elecciones de 2007.

Sin embargo, hemos de recordar que la principal razón de que los serbios hayan vuelto a acudir a las urnas un año después es, precisamente, la falta de entendimiento entre Tadic y Kostunica.

Así las cosas, lo más probable es que el PD escoja a grupos más moderados y europeístas como compañeros de viaje. Destaca entre estos el Partido Socialista Serbio (SPS), fundado en su día por Slobodan Milosevic. Estos han sabido modernizarse y librarse del fantasma de su antiguo líder, proceso avalado por su reciente incorporación al grupo de partidos socialdemócratas europeos.

Los serbios han elegido el camino de la reforma en lugar de la vuelta al pasado. Los intentos frustrados que personificaron figuras como Vojislav Kostunica o Zoran Djindjic –primer ministro del PD asesinado en 2003- dejan paso a la decidida actuación de los hombres de Tadic. La consigna es solucionar los problemas del presente mirando al futuro, no al pasado. Dejar de lado “los demonios del nacionalismo exclusivista y agresivo, vendedor de frustraciones, atizador de injustificados e injustificables complejos de superioridad emparejados con victimismos que pretenden legitimar toda clase de reivindicaciones así como los métodos para satisfacerlas” [8].

El objetivo principal es caminar hacia la Unión Europea con la ayuda de Europa, sin “vender”, de antemano (aunque puede que ya esté perdida), la soberanía sobre Kosovo.

Serbia deja atrás ocho años –la primera transición- algo frustrantes; un periodo de tiempo en el que no supieron o no quisieron cambiar. Algunos analistas políticos afirman que esa etapa era necesaria, que los serbios no estaban preparados para el cambio en el año 2000. Eso puede ser verdad, pero no es menos cierto que Europa –pendiente actualmente de solucionar el entuerto kosovar- no le tendió la mano entonces con tanta firmeza como lo hace ahora. Se abre una etapa esperanzadora para el país, y los recientes resultados electorales son una buena prueba de que ese gran pueblo está dispuestos a afrontarla con decisión.

El viaje de Kostunica al cementerio de las estatuas

La revolución del años 2000 contra el régimen de Slobodan Milosevic se inventó una figura emblemática: Vojislav Kostunica. Este personaje surgía como un monumento al movimiento opositor; el color dorado del mismo lo ponía el beneplácito occidental. Durante los primeros meses fue el hombre del momento; más tarde se convirtió en la bisagra para gobernar; hoy, al igual que tantos otros, descansa en el cementerio de las estatuas.

La Historia está llena de ídolos derrumbados, Kostunica ha sido el último. Tan sólo nos queda dilucidar si la culpa fue suya o de quienes propiciaron su aparición.

Militó en las filas del Partido Demócrata (PD) hasta el 1992, año en que abandonó ese grupo para fundar el PDS. Desde ese momento llevó a cabo una encarnizada, aunque poco eficaz, oposición al régimen de Milosevic. Sin embargo, al igual que la mayor parte de los serbios, se dejó arrastras por las ideas nacionalistas de Slobo. Cuando llegó al poder –“héroe por accidente”- pudo ofrecerle a su pueblo la libertad, pero no consiguió librarlos del veneno que el mismo llevaba dentro.

Serbia no sólo necesitaba –y necesita- un sistema democrático firme y una economía moderna; el rechazo del nacionalismo radical que había marcado la década anterior era condición sine qua non para el desarrollo del país. Eso Kostunica no lo podía lograr; había llegado al límite de su reformismo. Si me permiten la comparación, les diría que jugó un papel similar al de Carlos Arias Navarro al finalizar el franquismo; llevó a cabo la reforma más radical que podía pergeñar, pero esta era insuficiente.

Kostunica fue estatua de bronce durante el tiempo que supo mantener el consenso entre los grupos políticos serbios. Encandiló a los demócratas con sus indudables convicciones democráticas; y tranquilizó a los nacionalistas con su patriotismo y promesas de no entregar a ninguno de los criminales de guerra serbios. Los problemas surgieron cuando ambos bandos salieron del letargo posrevolucionario.

Los demócratas querían ir más rápido con las reformas, y los nacionalistas deseaban volver a un supuesto glorioso pasado. El bronce de la estatua empezó a perder su brillo, y las sucesivas elecciones ponían al descubierto la realidad: el partido de Kostunica era la tercera fuerza política. Había empezado el periodo de la bisagra. El PDS tenía menos votos que demócratas y radicales, pero hacerle la corte era necesario para gobernar. En esta tarea ganaron sus antiguos compañeros del PD.

La cuestión de Kosovo acabó por consumar la ruptura en la alianza entre Vojislav Kostunica y Boris Tadic. El primero se negó a formar parte de un gobierno que mantenía relaciones cordiales con países europeos que reconocían la independencia de esa región. La deriva nacionalista del líder del PDS puso fin a un ejecutivo que apenas llevaba un año al frente de los destinos serbios. Los resultados del 11 de mayo, así como el final de su estatus de bisagra, han condenado a Kostunica a permanecer en el cementerio de las estatuas.

Es poco probable que volvamos a verlo en primera línea, aunque nunca se sabe, también Napoleón tuvo su Imperio de los Cien Días.

Bibliografía

[1] La Europa balcánica. Yugoslavia, desde la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días; Ricardo M. Martín de la Guardia y Guillermo A. Pérez Sánchez – Madrid – Síntesis – 1997.

[2] La trampa balcánica; Francisco Veiga – Barcelona – Grijalbo – 2002.

[3] La situación política de Serbia después de las elecciones generales; Mira Milosevich – GEES – 1 de febrero de 2007.

[4] Serbia: Elecciones para la continuidad; Mira Milosevich – GEES – 23 de enero de 2007.

[5] Gobierno de Serbia: entre aceite y agua; Mira Milosevich – GEES – 22 de mayo de 2007.

[6] Las elecciones legislativas en Serbia; Mira Milosevich – GEES – 13 de mayo de 2008.

[7] Los conflictos de los Balcanes a finales del siglo XX; Enrique Fojón -GEES – 18 de septiembre de 2002.

[8] Adiós, Milosevich, no vuelvas; Manuel Coma – GEES – 15 de marzo de 2006.

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